Escuer y Bernal

16 de febrero de 2011

PERSECUCIÓN

Angélica Santa Olaya

Acelera el paso el segundero, flaco de tanto correr, sólo para que el minutero lo espere un paso más.  Sólo uno más para retener la esperanza en la sempiterna unión.

–Un instante más por favor… sólo uno más.

Suplica el segundero mientras roza, al pasar, el cuerpo de su amado.

El viejo y paciente brazo de las horas los observa y sonríe guardando la distancia. Sabe que la eternidad no tiene prisa ni, mucho menos, ganas de detenerse a mitad del camino para satisfacer a un par de enamorados.  Ellos no lo entienden, pero el tiempo sabe muy bien lo que hace. El placer está en la persecución y el único amor eterno es el que nunca se alcanza.